DE MODO cada vez más apremiante, las sociedades del siglo XXI se plantean la cuestión de la inseguridad ciudadana como un tema de máxima prioridad. No obstante, esta prioridad no se ha traducido en claridad al momento de actuar, y, ante los crecientes retos que plantean las redes del crimen organizado, las instituciones de justicia y seguridad han mostrado un desempeño deficiente o muy pobre. Suena el cuerno del cambio: la hora de las transformaciones ha llegado.
Hay un gran consenso social de que las cosas no han estado funcionando como debieran, pero hay dispersión de mensajes acerca de qué es lo que hay que cambiar y cómo hacerlo.
Los medios de comunicación, que son una gran caja de resonancia que la sociedad tiene al momento de probar las ideas sobre el remozamiento de las instituciones, constatan diariamente que el crimen y la violencia hacen estragos muchas veces irreparables, y nos recuerdan, de pasada, que la deuda del Estado con los asociados, en materia de seguridad y justicia, tiene una tendencia a incrementarse ante la ausencia de la definición de un curso de acción, el déficit de credibilidad de las autoridades y la falta de una orientación ciudadana, anclada en conceptos que son más políticos que técnicos.
Hay la percepción de que no hemos hecho progresos, como sociedad, en la lucha contra la delincuencia. Esta sensación de atascamiento tiende a reforzar e intensificar la sensación de que el mundo es cada día un lugar más inseguro. Quizás una de las razones que podrían explicar este atascamiento es que no se ha hecho el esfuerzo pertinente para convertir "la sensación de inseguridad" en una observación metódica, sistemática y cuantificable de los patrones de comportamiento que la producen.
Sigue prevaleciendo la anécdota sobre el análisis, el prejuicio sobre el pensamiento conceptual, y se pretende con soluciones rápidas atajar el desarrollo de una enfermedad que se ha ido incubando a lo largo de los años. La apelación a las emociones es la técnica con la que se suple la falta de método en la organización de las ideas. Frente el intento de operar sobre la realidad en forma racional, cualquier reportero de radio prensa o televisión se siente gigante al inquirir, "¿Cómo se sentiría usted si esto le pasara a su hijo o a su madre... ".
Así, es probable que las leyes se produzcan como reacción a la "sensación" de inseguridad, sin que se conozca, o quiera conocerse, la raíz del mal que hiere y estremece el tejido social. Se contribuye de esta forma a crear las condiciones para una nueva frustración social. "Soluciones" que nada solucionan. Deseo advertir que un contexto social dominado por la "sensación" de inseguridad y la frustración que generan las respuestas banales, es la mejor receta para producir actos colectivos irracionales.
En el 2004, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un Informe Mundial sobre la Salud y la Violencia. Uno de los aspectos que destacó el estudio fue la necesidad de enfocarse en políticas de prevención y se hicieron seis recomendaciones principales, a saber:
1. Hay que mejorar la capacidad de recoger información sobre la violencia. Los datos disponibles no necesariamente reflejan la realidad en forma adecuada, ni resaltan los nudos críticos de la problemática de la inseguridad que se experimenta día tras día en ciertos sectores urbanos.
2. Hay que investigar las causas de la violencia, así como las consecuencias y las formas de prevención. Sin conocer a ciencia cierta las dimensiones sociales ni las modalidades de esta enfermedad social, el Estado y la sociedad no podrán construir caminos alternativos, y estarán condenados a repetir una y otra vez los mismos errores, de lo que resulta un mayor agravamiento del problema.
3. La OMS también recomienda priorizar esfuerzos para promover la prevención primaria. La justicia retributiva siempre llega un poco tarde. Las estrategias de prevención primaria requieren lineamientos para la acción y recursos (humanos y financieros) y, por lo general, no precisan de nuevas leyes.
4. Las disparidades sociales, la discriminación y el irrespeto a los derechos humanos están en el centro de los conflictos sociales. Por eso, una de los guías estratégicas consiste en promover la equidad social y la equidad de género para prevenir metódicamente la violencia.
5. La OMS recomienda fortalecer los servicios de cuidado y apoyo a las víctimas, servicios que en países como los nuestros son muy escasos y no son de buena calidad. Ese cuidado y atención deben darse en el marco de una cultura de derechos, y no como una manifestación de venganza privada, que es lo que lamentablemente se hace con harta frecuencia en nuestro medio. El primer derecho de la víctima es el derecho a no ser re-victimizado por la ineficiencia de la burocracia policial y judicial.
6. Finalmente, la OMS recomienda formular un plan nacional de acción. Hay que integrar la gestión de los distintos organismos estatales para que los cambios se produzcan de forma acompasada. Un plan nacional de acción contra la violencia requiere de una amplia participación de la ciudadanía, que debe estar siempre vigilante de que un proceso tan importante como éste no quede capturado por los mezquinos intereses corporativos de quienes debe ser servidores de los ciudadanos.
No quiero concluir sin antes repetir aquí los tres grandes componentes que debe tener una política nacional de lucha contra la inseguridad ciudadana que recientemente ha señalado Emilio García Méndez, profesor de la Universidad de Buenos Aires (La Prensa 11/09/06). Tales son: uno, medidas legales, administrativas y financieras dirigidas a socavar la base de sustentación económica de las redes del narcotráfico; dos, una política radical de desarme y control de la tenencia de armas ligeras; y tres, un mayor control de las fuerzas policiales, a través de la acción del Ministerio Público, por un lado, y la ciudadanía organizada, por otro.
¿Qué camino tomará el Estado panameño? Comenzará a adoptar las mismas soluciones fracasadas que han tomado algunos Estados centroamericanos? ¿O adoptaremos una solución apropiada a nuestra sociedad?
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sábado 23 de septiembre de 2006
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